Preguntas frecuentes

No es lo mismo que la agroecología, sino que solo tiene algunas de sus características, relacionadas sobre todo con la forma de producir. La UE tiene unas guías claras sobre qué prácticas hay que seguir para que los productos de una explotación se consideren ecológicos y puedan etiquetarse y venderse como tal. Si un agricultor o ganadero quiere vender sus productos como ecológicos, un inspector comprueba que sigue esas prácticas y le otorga la certificación oficial. 

Los requisitos más importantes son: no se pueden utilizar fertilizantes ni pesticidas de síntesis (hay listas de productos permitidos y no permitidos para cada cultivo); no se pueden utilizar organismos transgénicos (esto afecta casi únicamente a quien produce maíz); los animales deben consumir alimentos que sean a su vez ecológicos, y la forma de prevenir y tratar sus enfermedades cambia. Existen muchos materiales y cursos sobre cómo se aplica esto a cada tipo de producción, y hay mucha gente que ya ha dado el paso.

La legislación de agricultura ecológica no controla a través de qué canales se venden los productos, así que siguen pudiendo venderse en grandes superficies. Para el agricultor, esto supone el riesgo de repetir las dinámicas del convencional. Una alternativa son los circuitos cortos de comercialización, que dan más poder al agricultor para negociar los precios.

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Es una forma distinta de entender la producción de alimentos. Implica algunos cambios en la producción (cómo abonar, cómo controlar las plagas, qué alimento dar a los animales…) y también cambios en cómo se valora el trabajo de las personas productoras. Favorece las relaciones de cercanía, es decir, no vender los alimentos a mucha distancia de donde se produce sino lo más cerca posible. Se basa en el conocimiento tradicional, pero también en lo que hemos aprendido más recientemente de la investigación científica y las formas de organizarse y colaborar de los movimientos sociales.

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Los circuitos o canales cortos de comercialización son una serie de vías por las que agricultores y ganaderos pueden vender sus productos sin depender de grandes distribuidores. En todas las regiones de España existen ya vías a través de las que hacerlo. Son, por ejemplo, la venta directa en la explotación u online, las ventas a grupos de consumidores, a pequeñas tiendas, en mercados y ferias… Existen materiales y cursos para aprender cómo funcionan estos canales, y muchos agricultores que ya los usan. Además, cada vez más iniciativas públicas buscan dinamizar la economía local fomentando este tipo de canales. 

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Para cambiar de un tipo de producción a otra hay que pasar un período de conversión, de uno a tres años según el cultivo. En este tiempo se van introduciendo poco a poco los cambios. Cuando, pasado este tiempo, un certificador comprueba que ya se están utilizando los nuevos métodos, ya se pueden etiquetar los productos como ecológicos.

Cuando hay una relación directa y de confianza entre productores y consumidores se puede negociar cómo de importante es esta certificación oficial. 

Hay algunos materiales y cursos para realizar la conversión a ecológico, pero para tener información y acompañamiento específicos lo mejor es ponerse en contacto con el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica de cada zona.

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A veces se confunde la ganadería extensiva con la ganadería ecológica, pero no son lo mismo. La ganadería ecológica es aquella que ha obtenido la certificación de un Comité de Agricultura Ecológica, según lo que establece el Reglamento 848/2018 de la UE. La ganadería extensiva es el conjunto de sistemas de producción ganadera que aprovechan eficientemente los recursos del territorio con las especies y razas adecuadas, compatibilizando la producción con la sostenibilidad y generando servicios ambientales y sociales. Leer más